sábado, octubre 15

"esa remota tierra que es la calle, hacia allí van los héroes que queremos ser"


"Héroes de la calle y el bar, del barrio y la ranchada, del camino
allí donde los agarre. Allí donde tres tarados humillen al más
débil o sensible, donde cinco mutilados se ríen del dolor de
alguien, donde dos mandriles insultan a una dama, donde un jefe
o un maestro o un padre o uno que dice que sabe o uno que tiene
se abuse del que nos duela. Allí, estará el héroe. Cada ¡NO!
Tiene que resonar como un latigazo de dignidad que hará vibrar
la leyenda que nos comunica. Qué fuerza nos dará, qué lágrimas
reiremos cuando sepamos que Cacho saltó, porque sí nomás, allí
donde hace falta.
Me decía Willy: más que te torturen a vos, más te duele cuando
escuchás los gritos de tu compañero torturado. Me decía Novoa:
no debe haber nada peor que asistir a la agonía de un niño. Y
seguía sin embargo, nos hemos acostumbrado a esa agonía.
Este dolor que nos rodea no permite el placer. La percepción de
ese dolor nos impide ser como ellos y nos impide también ser
como nosotros. Nuestras almas están perdidas, ya no hay un
lugar en este mundo para nosotros.
Hace un tiempo no me atrevía a pensar cómo quería morir.
Ahora presiento que quiero morir como corresponde: mirando
hacia las tormentas, yendo hacia el peligro, buscando a los
nobles. En la misma dirección desde donde vendrán las balas y
las pestes y las maldiciones del miedo. Tal como iremos
viviendo: apartándonos de los que dicen saber, huyendo o
peleando con los que tienen poder, lejos de los que ya no sueñan
una vida mejor porque la vida ya no sueña con ellos.
Cuando se dibuje la raya que separe los dos lados de la calle,
tendremos el altísimo honor de estar de este lado. La calle es el
último reducto de los indios ángeles príncipes locos desterrados
por la razón de los déspotas. El viento de la calle limpiará los
malos olores del arte y la teoría, arrastrará los programas
culturales y las filosofías y canciones de quienes la observan
desde sus vacaciones en Madrid. En todas las épocas, los
sofistas desgastan las palabras, las arrancan de las cosas para
que estos signos que escribo no puedan conmovernos. Es
probable que estos signos estén muertos. Pero puedo jurarte que
ya he probado el deseo de cinco estrellas y he planeado el futuro
estereofónico con mi corazón congelado. No, yo no quiero ir a
naufragar sin disfraz por ese corso perdido al que un día me
invitaron. Quiero volver a sentir las olas de la vida,
asfixiándome de pasión. He perdido el amor de mi cuerpo
huyendo de los brazos fríos, de los besos hablados por los libros.
¿Tus hijos, tus padres, tus novias, tus problemas?
En la calle hay muchos hijos que te darán el amor que hoy crees
dar y padres que te enseñarán nuevas cosas y novias con cariños
de fuego y muchos problemas de muchos hombres a resolver.
Existe esa remota tierra que es la calle, hacia allí van los héroes
que queremos ser.
Una canción que suena desde los confines de la
leyenda nos ayuda a avanzar.
Y la canción dice: ¡NO!"


Enrique Symns


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